En esta ocasión, la revista Vivienda y Comunidades Sustentables presenta un volumen dedicado a la relación de la vivienda y su contexto, con énfasis en la dimensión física del habitar. Desde una perspectiva general, el hábitat puede visualizarse como la suma de los factores del medio ambiente que una especie animal o vegetal necesita para sobrevivir y reproducirse en un área determinada. Bajo esta premisa, es inevitable su relación hacia el aspecto físico que representa la espacialidad, la cual incorpora características particulares como el relieve, el clima o los organismos de soporte que definen el tipo de hábitat. Independientemente de la complejidad existente entre las dinámicas naturales, la definición de un hábitat bajo el contexto humano replantea una nueva forma de comprensión al que se le añaden matices con la incorporación del ser humano.

El ser humano en su habitar incorpora la artificialidad a los elementos propios de la naturaleza, dando como resultado el hábitat humano, con elementos y principios propios; al habitar se generan, adecuan o construyen lugares que sirven de soporte para construir los espacios habitables necesarios para la supervivencia de un grupo humano donde, además de la acción material, representa un fenómeno cultural cargado de sentido. A partir de esta perspectiva, el volumen no. 15 de la revista expone las diferentes interpretaciones, así como la integración de las dimensiones y las variables del habitar con énfasis en la físico-espacial. Si bien la habitabilidad se visualiza desde una perspectiva holística y al hábitat desde una definición sistémica compleja, los textos presentados presentan en primera instancia la relación existente entre la salud y la materialidad arquitectónica desde la escala de vivienda. Posteriormente, el volumen se adentra en el análisis de satisfactores dentro de la habitabilidad de la vivienda y del espacio público, a partir de propuestas de gestión hídrica en el acto de habitar, así como de desempeño térmico en la producción de vivienda.

Es importante tener en cuenta que las características del espacio habitable condicionan la existencia, por esta razón, disciplinas como la arquitectura y el urbanismo tienen la factibilidad de brindar respuestas a necesidades y/o mejorar la situación de problemas relacionados a la calidad de vida por medio de la ejecución de diferentes tipos de intervenciones como las presentadas. Ha sido común que se ubique a la vivienda como el primer espacio o célula básica de constitución del hábitat humano, donde se manifiestan los modos de habitar, los cuales se extienden a un plano exterior: la ciudad. La creación de hábitat trasciende la mera satisfacción de las necesidades de vivienda e incorpora la movilización en pos del derecho a la ciudad, que incluye la búsqueda por el derecho al uso y disfrute de los bienes y servicios colectivos urbanos como de participación en la definición y producción del hábitat.

Bajo dichas dinámicas de lo que se considera un hábitat urbano, existen tensiones de distinta naturaleza, como los lugares/flujos o la urbanización/habitar, que incluyen implicaciones perversas en el bienestar de los habitantes como producto de la imposición vertical de la urbe, pues funciona como un dispositivo que busca condicionar la forma de vida de los habitantes de la ciudad como objeto estético, lo cual más que bienestar genera malestar urbano. A partir de los expuesto es posible vislumbrar que el hábitat está definido por categorías que se desarrollan en el entramado del actuar humano, tres de ellas en proporciones físicas y concretas la vivienda, la ciudad y el territorio, la cuarta como un elemento más abstracto la visión del espacio. Referente a este último elemento, existen distintas temporalidades involucradas en las redes del hábitat el tiempo del habitar, el tiempo de la obra, el tiempo de la relocalización y el tiempo de la política; en esta espacialidad se producen las formas en la que los actores o habitantes conciben y actúan con base en sus horizontes temporales.

El hábitat está en constante reconfiguración por el factor antrópico que incorpora elementos relacionados a las dinámicas sociales que no permanecen estáticos. Es posible analizar al hábitat desde diferentes enfoques como se presentan en este número; sin embargo, se abordan aspectos comunes que pueden definirle de manera conceptual: la espacialidad, la temporalidad, los elementos materiales, el territorio y los simbolismos. Este último viene cargado del aspecto cultural y social relevante al momento de referirse al hábitat como ese sitio habitado por seres humanos.

Al considerar al ser humano como un ser social, los modos de habitar están influenciados por el entorno, por determinada sociedad y sus preceptos culturales; de esta manera, es posible apreciar una relación existente entre diversos hábitats que conviven entre sí en un determinado territorio. Aunque no existe un consenso claro sobre en qué momento se convierte, deja de ser un hábitat o se difuminan las líneas, es preciso presentar una relación entre los argumentos de la academia y posteriormente las propuestas de política pública y de los propios habitantes para su hábitat en pos de tener una mejor inserción en los lugares donde se pretende comprender y/o intervenir. Por ello, la presentación de este volumen ayuda al entendimiento del hábitat y a la creación de una base epistémica común del habitar, dirigida a la generación de conocimiento y deseablemente su aplicación en la atención de problemas prioritarios.